SIEMPRE CON NOSOTROS
Tras la amarga partida de actores
como Paul Walker, Heath Ledger, Philip Seymour Hoffman … otra gran estrella que nos deja es Robin Williams; un modelo a seguir, en cuanto
a profesional se refiere (ya que tuvo problemas con el alcohol, las drogas,
contrajo matrimonio en tres ocasiones, murió suicidado…), que zarpa cuando el
séptimo arte más lo necesitaba. El cine precisa de actores que realicen tesoros
que no dejen de asombrar, y no individuos que se dediquen a entretener a la
gente y se hagan llamar artistas.
Aunque me cueste en exceso
admitirlo, ya que hay otros muchos que también me han marcado a lo largo de mi
vida (Buster Keaton, Jack Lemmon, James Stewart, Clint Eastwood, Jack
Nicholson, ... ), me atrevo a afirmar que Robin Williams posiblemente ha sido
el actor que más me ha transmitido, enseñado e, incluso, ayudado. Un artista
que ha estado en los momentos más importantes de mi vida desde la infancia (Flubber y el profesor chiflado, Señora Doubtfire, … ) hasta la madurez (El indomable Will Hunting, El club de los poetas muertos, … ). Un
ser prodigioso capaz de educar a la gente por medio de una serie de
insospechables actuaciones, que, al fin y al cabo, es el primordial propósito
de este arte.
Este inigualable personaje me ha indicado
que hay cosas más importantes que el dinero, la fama y, hasta, los estudios,
como, por ejemplo, la amistad, el amor y la persecución de tus sueños sobre
cualquier cosa. Aunque la mayor enseñanza para mí sea que, por encima de todo,
hay que aprender a pensar y actuar conforme a tus ideales y no dependiendo de
lo que puedan opinar los demás; viviendo y saboreando cada momento como si
fuera el último, ya que cada uno de ellos define quién, en realidad, eres.
Películas que te incitan a abrir la mente y hacerte reflexionar para que seas
capaz de crear tu propio pensamiento, sin dejarte dominar por las masas, mediante
la escucha a los demás, la lectura, por ejemplo de poesía ,… siendo tú quien
escoja las doctrinas (o ideas) que quieres cultivar y practicar. Para que, a
fin de cuentas, seamos, como diría mi mejor amigo, libres pensadores.
Y el cruel día llegó. El 11 de agosto de este mismo año,
2014, iba a publicarse la impactante y, a su vez, dolorosa noticia … Robin
Williams había sido hallado muerto en su domicilio. Y he de reconocer que, en
un principio, no me lo podía creer; una persona que había significado tanto
para mí no me podía dejar tan pronto y con una despedida tan amarga, un
suicidio. Se me hace sumamente duro ver la marcha de un referente que, aunque
no conociera en persona, había sido crucial en mi vida. Una eminencia del cine
que nos deja oraciones como éstas: “solía pensar que la peor cosa en la vida
era terminar solo. No lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien que te
hace sentir solo”, “no leemos y escribimos porque sea tierno. Escribimos y
leemos poesía porque somos miembros de la humanidad, y la humanidad rebosa
pasión. Medicina, leyes, administración, ingenierías son muy nobles y
necesarias para sostener la vida, pero la poesía, la belleza, el romance, y el amor
son por los que vivimos.”, “Robert Frost dijo: dos caminos se
abrieron ante mí, pero tomé el menos transitado y eso marcó la diferencia”, o,
la que más me impactó: “no eres perfecto, amigo. Y voy a ahorrarte el suspense. La chica con la que sales
tampoco es perfecta. Lo único que importa es si sois perfectos como pareja”. Unos
mensajes que dejan ensimismado y pensativo a cualquiera. Mensajes
imprescindibles para toda la vida, que aconsejan y construyen como ser humano.
Probablemente si decidiese ver
filmes, en estos momentos, como Flubber y
el profesor chiflado, Señora Doubtfire,
Jumanji, Aladdin o Noche en el museo no me transmitirían
apenas emociones, pero, en su momento, cuando estaba descubriendo el cine, lo
que me proporcionaban … era mágico. Y si en mis inicios hubiese contemplado
joyas como El indomable Will Hunting o
El club de los poetas muertos no
habría sabido valorar lo asombroso que era lo que estaba contemplando y no me
habría cambiado como lo hace ahora; cada cinta tiene su momento. Se trata de un
genio que tiene trabajos para todos los gustos y edades, en los que jamás te
dejará indiferente. Lo más característico de éste es que actúa de un modo tan
sencillo y natural que sabe congeniar con todos sus compañeros y con todo el
público al que se dirige. Películas que invitan a la reflexión haciéndote
plantear la vida y mirarla desde otra perspectiva.
En mi adolescencia estas dos
últimas realizaciones me han instruido muchos de los principios bajo los que
ahora me rijo y me hacen ser el hombre que soy (ganando ambas el Premio de la
Academia al mejor guión original, aparte de otros muchos logros). Son dos
increíbles trabajos que tienen la finalidad de hacer pensar al espectador y de
transmitir una serie de valores. Son películas que han sido elaboradas con el
propósito de enseñar, guiar y formar, no de distraer simplemente.
El indomable Will Hunting y El
club de los poetas muertos, junto con Qué
bello es vivir y La vida es bella,
son las obras de arte que, para mí, mejor demuestran que merece la pena ser
feliz luchando por alcanzar sueños y disfrutando cada instante en este valle de
lágrimas; unas críticas impresionantes que provocan que en los momentos más
duros logres sacar fuerzas que desconocías y que te empujan a comerte el mundo
superando tus límites. Por esto considero que estas cuatro magistrales
creaciones son esenciales para la formación de cualquier persona que pretenda
ser culta.
Ha sido un magnífico cineasta
cuyo trabajo y esfuerzo se han visto recompensados con grandes reconocimientos
como, entre otros, el Oscar al mejor actor de reparto con El indomable Will Hunting, tres Globos de Oro al mejor actor de
reparto con Señora Doubtfire, Good morning, Vietnam y El rey pescador, un Premio Cecil B.
DeMille a la trayectoria profesional, y un Premio SAG al mejor actor de reparto
con El indomable Will Hunting.
Reconozco a un majestuoso
profesional, Capitán y Comecocos -como Will Hunting lo refería- que ha llenado el cine, y sobre todo mi vida, de ilusión, magia y
esperanza. Le estoy muy gratificado por todo lo que me ha concedido durante
estos años y por otorgarme el privilegio de haber crecido a su lado. Gracias a
él, en gran parte, me he convertido en quien ahora soy. Todos los cinéfilos, incluido yo ¡cómo no!,
nos encargaremos de que tus hazañas perduren por siempre en la historia del
cine.
Descansa en paz, maestro.
El portaminas negro.