Asesinato y resurrección en Norteamérica
En los años 70,
durante la Guerra de Vietnam, Estados Unidos sufría una terrible crisis que frenaba
los campos capitales de la nación; educativos -universidades y escuelas-,
sanidad, protección, etc. y, como no podía ser menos, el cine. El séptimo arte
llevaba estancado ya unos años, por no decir que atravesaba su peor cosecha; la
sociedad apenas acudía a las salas de proyección. Esto desembocaría en un
notable declive del sistema de estudios de Hollywood. Predominaban siempre las mismas
tramas, los relatos simples y el cine
que no aportaba nada. Seguramente por la barrera coercitiva y limitadora generada
por el surgir, en plena Gran Depresión, del Código
Hays (1930, aunque puesto en marcha en 1934), en contraposición a la
industria lasciva propia de la era pre-code
-años 20-. Dicha recopilación concentraba
lo que podía y lo que no aparecer en pantalla, es decir, un polémico y puritano tratado de censura, concebido por
el republicano William H. Hays (1879-1954), que sintetizaba lo que se
consideraba moralmente correcto, hipotéticamente, por una tolerable imagen de
este espacio artístico, y evitar así intervenciones gubernamentales.
Motion
picture Production Code (Hays Code), cover of a paper copy
Dicho acuerdo prohibía
la mofa de las leyes -humanas y naturales-, los géneros de vida desarrollados
en la película debían ser aceptables, y excluía cualquier filme que rebajara el
nivel sensitivo de los presentes (“nunca se
conducirá al espectador a tomar partido por el crimen, el mal, el pecado.”),
es decir, parecía necesario elaborar
películas cuyo mensaje fuese afectiva e intelectualmente descifrable para un
niño de quince años, ya que era impensable asimismo que tendieran las perversiones
sexuales, desnudos –ni del ombligo- o arrebatos pasionales siquiera. Entre las
condiciones más influyentes, tampoco podían florecer imágenes explícitas de un atentado
o armas directamente, bailes con inclinaciones sensuales u obscenas, actos
protagonizados por el alcohol y mucho menos tráfico clandestino de drogas, dirección
de metrajes en la que personajes religiosos sean promotores de escenarios impuros
o de ridiculización ni tramas que desprotegieran el matrimonio como institución;
las infidelidades, adulterios o amores impuros –homosexualidad inclusive- no se
pueden considerar, bajo ningún concepto, lícitos, al igual que la presencia de
prostitutas. En resumen, no deben ser permisibles intrigas escandalizadoras,
inciviles o violentas ética y estéticamente para ningún público tajantemente político
–liberal o conservador- o de igualdad
social –raza, nación o credo-.
El primordial
fin era, una vez más, el de engendrar millones (desgracia, desde mi punto de
vista, invariable desde el nacer de Hollywood porque todavía hoy se sufre en
multitud de labores), en lugar de la confección de guiones penetrantes y
enseñanzas indispensables. Es decir, el de priorizar su propio beneficio
olvidando el colectivo, ¡cómo no!, con los que se comprometen, al ser su
misión, en teoría, la de cautivar y perfeccionar. Sin relegar que dicho precepto
hollywoodense marginaba el cine europeo en particular e independiente en
general, por la violación de estos criterios y suministrarle al concurrente lo
que en realidad esperaba en aludido arte.
Acrecentaban, por
lo general, las comedias, los gánsteres y las historias sencillas logrando
únicamente el entretenimiento del espectador y el ingreso de dinero. Y recalco “por
lo general” porque no se debe ser injusto con las valiosas y envidiables genialidades
de ingeniosos directores como Billy Wilder (1906-2002), para mí, el rey de la
comedia clarividente, o Alfred Hitchcock (1899-1980), el merecidamente
entronizado creador del thriller
psicológico, que sometidos y reprimidos por esta calamidad credencial
lograron sobreponerse con razonable éxito. Pero, tal vez, los más afectados
fueron Los Hermanos Marx –por sus intrépidos diálogos-, la actriz Joan Blondell
–denunciada en diversas circunstancias- o el filme Adiós a las armas –recortada posteriormente, por lo que conformamos
con una versión regulada-.
“Esta
imagen es una acusación de las reglas de pandillas en Estados Unidos y de la
cruel indiferencia del gobierno a este aumento de constante amenaza para
nuestra seguridad y nuestra libertad.”
Pero esto no
resultaba y, ¡gracias a Dios!, las constantes demandas a este criminal castigo
al séptimo arte fueron escuchadas. Los asistentes estaban cansados de la
reiteración y del monótono argumento vacío que maltrataba tanto a cineastas
como cinéfilos, hasta que repelente dogma alcanzó su consumación en 1967. Dicho
desenlace fue sin duda en favor del cine, ya que posibilitaba de nuevo la
aparición de desconocidas concepciones artísticas que se hallaban enjauladas.
El ansiado
tránsito está cada vez más cerca; en 1972 se reescribiría la historia del cine.
La aventura del Poseidón –adaptación
de la novela de Paul Gallico (1969)- rompería definitivamente, “¡y menos mal!”,
todo lo establecido hasta la fecha. Escenas con conjuntos de cadáveres, mujeres
en paños menores, algún personaje desangrado, y un largo etcétera que era
impensable contemplar con anterioridad. Motivo por el cual el estreno de la aclamada superproducción (aparte
de por la enérgica publicidad adjunta, la relevancia de los cruceros entonces y
el temor ante las amenazas naturales) nadie deseaba perderse; los cines repletos y las rebosantes filas que inundaban las
inmediaciones de éstos.
Un filme que,
aunque hoy parezca insignificante por el elevado número de obras brotadas de diversos
desastres naturales, sellaría un antes y un después en el porvenir del cine.
Punto de inflexión que iba a socorrer notablemente el renacer cinematográfico
norteamericano, al dar a luz a un nuevo género fílmico; el de catástrofe. No obstante, eso sí, a pesar
de la ignorancia de la sociedad del momento, con una destacable carga ideológica en cada escena –asomos de
machismo al ser las tres protagonistas una ex prostituta, una anciana histérica
con obesidad y una rubia que no sabe nadar ni distinguir un vivo de un muerto (y no cuento quién muere para evitar
spoilers) mientras que los hombres son más que héroes, palpando también divulgación
clerical mediante la defensa cuando está todo boca debajo de buscar la única
salvación siempre ahí arriba, encabezado en todo momento por el reverendo-. Sin
embargo, siendo injustamente desconocida e ignorada por multitud de cinéfilos,
es indiscutible su crucial aportación en el perfeccionamiento e impulso de esta
cultura audiovisual.
Seguro que hay
quien me rectificaría, y no le falta razón, por la aparición de obras cuya
historia es provocada por algún carácter catastrófico anterior a la dedicada,
pero ésta no sólo narra una aventura en torno a una desgracia natural sino que
nos muestra con todo detalle cada una de las injusticias provocadas, el origen
y proceso recorrido detenidamente y lo que conllevó. Es decir, la pionera que plasma
y forma una catástrofe como tal y en su totalidad desde una perspectiva
marcadamente mejorada y con la carencia de útiles avanzados de la época, lo que
llevó a cuantiosos expertos considerarla con célebre privilegio. Como se nos
indica en la carátula de ésta; “con unos efectos especiales SIN PRECEDENTES y
un reparto repleto de estrellas, La Aventura del Poseidón es una aventura épica
dentro del cine de los último años.”
Meritoriamente
debería considerarse, bajo mi intranscendente opinión, la joya original y por
excelencia del recién expuesto género, ya que además engloba tanto incendios
como explosiones bajo el agua. Fue y sigue siendo la causante de un boom de cintas
germinadas de la mano de espeluznantes calamidades estimuladas por la
incontrolable e impredecible naturaleza (desde terribles tsunamis hasta devastadoras
erupciones volcánicas, pasando por el temido fin del mundo), como en su entonces
El coloso en llamas (1974), la
popular 2012 (2009) o Lo Imposible (2012); la más
significativa y simbólica en nuestro país, basada en un extraordinario hecho
real.
Un prodigio posible gracias a cineastas como el innovador Ronald Neame (director) y soberbios actores como el intrépido Gene Hackman (protagonista principal y premiado en diferentes ocasiones), Ernest Borgnine, Red Buttons, Shelley Winters (ganadora del Globo de Oro a mejor actriz secundaría por esta obra), Stella Stevens, Leslie Nielsen y Roddy McDowall. Sin ninguna duda, que
ningún cinéfilo debe perderse, ya no sólo por la novedad e innegable calidad
del producto, sino por el significado y trascendencia que ha adquirido en este
ámbito. Ganando, no obstante, dos Premios Oscar a los mejores efectos especiales y a la mejor canción, "The morning After".
“Sumérgete en uno de los clásicos más alucinantes del cine actual.”
El portaminas negro.
Es un artículo muy bueno, la historia del Código Hays la conocía y es muy interesante, y no me imaginaba que "La aventura del poseidon" se relacionase de tal manera. Sin duda esa película rompió moldes y sentó unas bases para el cine de catástrofes tan explotado actualmente, y relacionarlo con la historia del Código Hays esta muy bien (me han entrado ganas de verla otra vez, que hace tiempo que no la veo xD). En resumen, un gran artículo.
ResponderEliminarBuenos días!
EliminarLa verdad es que hay numerosos artículos acerca del código Hays pero mi intención era tratarlo desde una perspectiva diferente. Quería mostrar cómo era de "lascivo" el cine en la era pre-code (años 20), cómo estamos controlados en la mayoría de los campos sociales por los que tienen poder, y lo que ha propiciado finalizar con él en favor del cine. Ya que ha permitido que surjan filmes más inteligentes, nuevos géneros como el expuesto -catástrofe-, y grandísimas obras como La Aventura del Poseidón y posteriores.
Muchas gracias por comentar. espero que sigas leyendo mis publicaciones :)
Un saludo!
Muy buen artículo Iván. Como cinéfilo que me considero he de decir que me he quedado asombrado tras leer este increíble artículo. Está muy bien escrito y se ve a distancia lo mucho que sabes de cine. Además logras enseñar a los que están interesados en estas curiosidades cinematográficas.
ResponderEliminarSin duda te haré caso y me veré cuanto antes La Aventura del Poseidón. Un saludo!
Muchas gracias Javier por comentar y por cada una de las cosas que me has dicho. La verdad es que leer cosas así incitan a que se siga escribiendo con ilusión :)
ResponderEliminarMe alegro de que hayas disfrutado y espero que te vayas habiendo aprendido algo y no de vacío.
Por cierto, disfruta mucho de ella y cuando la veas hazlo desde una perspectiva más transcendental e innovadora, lo valorarás todo mucho más.
Me encantaría que continuases leyendo mis publicaciones. Un saludo!
Excelente artículo. Desconocía la existencia de este código Hays.
ResponderEliminarLa sociedad americana siempre ha sido muy puritana e hipócrita, especialmente en el cine. Películas europeas perfectamente "normales" han sido repetidamente censuradas por su alto contenido erótico.
Claro que en la historia del cine español hubieron casos de censura verdaderamente risibles.
Saludos.
Me alegra mucho saber que gracias en parte a este pequeño rincón cinéfilo has aprendido algo nuevo.
EliminarTe estoy muy agradecido por dedicar parte de tu tiempo en leer mi blog y dejar constancia de ello con un sentido comentario y una indiscutible reflexión.
Saludos!